martes, 12 de julio de 2011

Esas putas ansias...

Tú y tu miedo a estar solo. Yo y mi miedo eterno al compromiso. Y ahora, que curioso, medio año después, yo sólo quiero atarme a ti y tú sólo quieres mantener tu libertad. Tú mismo lo dices, has cambiado. El problema es que me has llevado a mi arrastras.
He perdido mi independencia, parte de mi autoestima y sobre todo, supongo, mucho tiempo. Un día, apenas acababa de conocerte, te dije de broma la fórmula adecuada para engancharme. Y desde entonces, espero que haya sido sin querer, la has aplicado justo de la forma perfecta. Poco a poco fui perdiendo mi miedo a unirme a alguien, empecé a disfrutar cada minuto contigo y a echarte de menos. La putada, querido, es que igual que me necesitabas antes, ahora parece que ya no te hago falta en tu vida. Has pasado de llamarme, de visitarme, y de estar en cada segundo de mi existencia a ignorarme durante semanas, a desaparecer, fríamente, como si nunca hubiera habido más que una relación de amigos distantes. Dicho de otra forma, me acostumbré a una dosis demasiado alta de ti, y ahora parece que me la has quitado de golpe. Me gustaría odiarte. De veras. Y a veces casi lo consigo. Intento recordar todos los pequeños agravios, todas las decepciones, tu frialdad, tu sinceridad excesiva, lo que escondías, lo que escondes, lo que me duele de ti… y casi consigo mirarte con desprecio. Y estos días que no estás, parece que me voy recuperando. El mono ya ha pasado y cada día me cuesta un poco menos evitar la tentación de llamarte. El único problema es que, pese a todo, esas ansias de tenerte cerca siguen ahí. Aunque te enfades, aunque calles y aunque sepa que no te importo. Es una mierda, pero esas putas ansias…

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