Soledad camina entre la gente sin mirar a los lados. Con la vista fija en las baldosas de la acera y los hombros ligeramente caídos, aunque no tiene ningún peso que llevar sobre ellos. No tiene maleta, ni nada que se le parezca, y tampoco tiene un rumbo. Se dedica a vagar de un lado para otro, viendo cómo la miran, a veces con tristeza, a veces con desprecio, a veces condescendientes. Ella ya hace mucho tiempo que ha dejado de devolverles las miradas. ¿Para qué? Sólo mira al suelo, sonríe en una mueca y sigue su paso lento, desconsolado. A su espalda, invisible, un saco de ilusiones muertas.
La vida de Soledad debe ser muy dura.
ResponderEliminarMe gustaría decirle que al frente, invisible, aparecerá otro saco de ilusiones vivas.
Saludos:
V
Que triste es la soledad.
ResponderEliminarQuizás solo le hace falta un empujoncito para que camine firme y con la mirada bien alta.
Un beso muy fuerte.
P.D.: me dejas maravillada con cada cosa que escribes, ya lo sabes.