viernes, 20 de enero de 2012

Color viejo

-Trae el melón con jamón!

Lo grita una voz de mujer desde el fondo de las escaleras y yo sonrío. Empiezo a bajarlas y sé que ella estará en la cocina que hay en la parte de debajo de la casa, ultimando los preparativos para la comida familiar. Él estará jugando a las cartas con su cuñado y fingiendo enfadarse. El balancín en forma de sillón que hay en el jardín espera por mí, y no veo la hora de que llegue la hora de la merienda para meterme en la piscina…

Años después ella ya no está. El balancín está oxidado y ya nadie usa la piscina, porque el dolor de espalda y el vivir sólo le han quitado las ganas. La casa se siente vacía y fría. El pasillo está más oscuro y en la cocina se acumulan cientos de cosas poco útiles. El garaje es un almacén más que otra cosa, y las telarañas crecen aquí y allá. Yo, que ya no me acuerdo de aquellas tardes de infancia en las que todavía todo tenía color, digo convencida que esa casa siempre ha sido fría y triste y mi madre me responde con tristeza que no, que hubo un tiempo en que estaba viva. Me habla de tardes de ir a la playa y de cenas con vino y melón con jamón. La escucho mientras me cuenta  cómo fueron pasando los años y de repente dice una frase que me inspira a escribir: Las casas, con los años, van llenándose de cosas que nunca hubiéramos tenido y de recuerdos de hace tiempo, y poco a poco sin que nos demos cuenta, van adquiriendo un color a viejo, a triste. Mi memoria fotográfica me trae escenas de una cocina de madera llena de comida y gente de aquí para allá, sonriendo y cotilleando, tarareando alguna canción pegadiza. Cuando abro los ojos me encuentro una pila de cacharros abandonados en la encimera, cosas por aquí y por allá, una mecedora y un juego de mesa todavía sin abrir. Las paredes y las cosas me ahogan y me doy cuenta de ese “color” viejo, de que en cada esquina hay algo que te demuestra que los años pasaron y que ellos, ahora sólo él, ya no son lo que eran. Y  lo veo a él que dormita desde el banco de detrás de la mesa y me inspira una infinita ternura. Abro la nevera y, casi sin pensarlo, empiezo a cortar una rodaja de melón. 

6 comentarios:

  1. mientras lo escribes, lo lees y lo recuerdas, vuelve a tener color a nuevo

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  2. Que tristemente tierno.

    Me ha recordado a mi abuelo,, que acabó muriendo de pena :(

    Besazos enormes

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  3. Con el paso de los años las casas se convierten en un baúl de recuerdos de tesoros. Fue un gran consejo el que le dieron.

    Saludos:

    V

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  4. in morocco


    ...é teu
    o sol en-
    trando pelas
    fendas das furnas
    e é meu o sol ondeando
    em plumas de brumas e a cor
    damos num sonho perto do meio-dia
    aos trancos solavancos afagos vários
    entre tuas ranhuras minhas intrigas seremos
    mandíbulas de nós mesmos pálidos e dissolvidos
    num dilúvio de lama de mar de porcelana de corpos
    de salamandra de lã de salamargo de Salamanca de sal...

    trecho do poema in morocco

    www.escarceunario.blogspot.com

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  5. Siempre me llamaron la atención los ámbitos viejos, escenarios de días pasados de mayor esplendor. Hoy, con tristeza lo compruebo en casa de mi madre, en especial al pasar frente al espejo del estar.

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