viernes, 16 de marzo de 2012

Diego

Diego se sienta entre los estantes de la biblioteca y, al cruzar las piernas, eleva el pantalón de pana oscura. Chanclas de cuero y calcetines Nike presumiendo de logotipo. Un guiri que dirá la gente.

Lo veo devorando los libros desde detrás de sus gafas de pasta y me pregunto que qué les importa. Que lo dejen en paz. Porque Diego se escabulle entre los libros y a él sí que le da igual, porque el mundo desaparece. O más bien, aparece, un o nuevo en cada libro. Diego se esconde entre letras que le permiten soñar. Que le dan la oportunidad de ser un héroe, un villano o una princesa. La oportunidad que la vida no le dio.

Porque Diego, con gafas de pasta, pantalón de pana y chanclas de cuero en pleno invierno, vive con cuarenta años en casa de mamá.

Y a veces se pregunta por qué el mundo no se deja querer como lo hacen los libros. 

3 comentarios:

  1. Ya hacia días que esperaba tu post.
    Como dijo Ortega y Gasset " Yo soy yo y mis circunstancias".
    Es facil prejuzgar a la gente sin saber lo que han pasado hasta llegar a ser "ellos".
    Diego, aunque se esconda detrás de sus fantasías, me deja un sabor agridulce.
    Saludos

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    1. Gracias de verdad. Anima mucho ver que hay personas a las que realmente les gusta el blog. Y sí, es tan fácil prejuzgar! Muchas veces nos perdemos a personas maravillosas porque no nos atrevemos a conocerlas en serio.
      Gracias de nuevo :)

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  2. Hace bastante tiempo he escrito lo siguiente:
    "Un camino.
    Un día perdimos la inocencia y a partir de ese instante comenzamos a percibir que el mundo nunca fue ni será como nos hubiera gustado que fuese; entonces, ¿por qué no inventar otro a nuestro gusto a través de la ficción?
    La única condición para emprender tal fuga es no creer que estamos frente a una realidad."
    Creo que podría aplicarse a Hugo.
    Como puedes ver, coincidimos en la idea.

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