tag:blogger.com,1999:blog-67323408790685006042024-02-20T12:06:16.169-08:00Recuerdos con Banda Sonora¿No teneis recuerdos con banda sonora? Esos momentos que, cuando piensas en ellos, vienen acompañados de una melodía que los hace especiales. Esos momentos que sabeis que merecieron la pena...Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.comBlogger49125tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-11357244402344419552013-09-14T06:39:00.003-07:002014-04-28T09:13:00.653-07:00Siempre la fú!Ayer se fue otra más, como dicen algunos, otra estrella para el cielo. Dice mi madre que, igual que mi otro abuelo, tuvo un morirse de esos de "yo del mundo no me voy sin pelear". Tanto él, como ahora ella, batieron records y dejaron a más de un médico boquiabierto. Le robaron al tiempo días que no les pertenecían, porque no qerían irse sin antes haber luchado, igual que hicieron toda su vida.<br />
<br />
Uno, y la otra, eran personas de esas que viven por trabajar. Y no por hacerse ricos, ni nada parecido, sino porque la vida les enseñó que se está mejor sin tener el culo quieto, siempre de un lado para otro. Como se decía en mi familia: o comer o andar o dormir. Y ellos eran de buena boca, de piernas fuertes y de sueño profundo. Y además, agradecidos. Ya podías servirles un potaje de esos de nieta desastrosa en la cocina que todo eran halagos, ya podías ir vestida con un saco que siempre te dirían que estabas preciosa. Que cuanto has crecido.<br />
<br />
Y ahora que no están, me inspiran a escribirles porque, más que echarles de menos, lo que hago es recordar. Y es casi imposible llorar, porque todos los recuerdos son buenos. Todo son sonrisas, anécdotas, frases de cariño. Así que desde aquí sonrío, pensando que, donde quiera que estén, seguirán siendo tan testarudos, luchadores y nobles como lo fueron siempre.<br />
<br />
Porque ellos, si es que el cielo no existe, estarán empezando a construirlo.Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-26803252026923695442013-09-08T12:59:00.001-07:002013-09-08T13:00:58.028-07:00Esther<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> Es preciosa. El pelo castaño,los </span><span style="line-height: 21px;">ojos</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> negros y una sonrisa triste. </span></span></span><br />
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"><br /></span></span></span>
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;">Se sienta </span><span style="line-height: 21px;">detrás</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> de la mesa con las manos en los bolsillos. Se viste demasiado elegante para este pequeño bar de pueblo. Parece un animalito perdido en un ambiente hostil y se esconde </span><span style="line-height: 21px;">detrás</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> de la espalda ancha del que creo que es su novio. La escucho decirle en bajito que no entiende nada,con un acento de cualquier sitio lejano. Tiene los ojos </span><span style="line-height: 21px;">también</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> tristes, mientras gira la cabeza a un lado y a otro, siguiendo una </span><span style="line-height: 21px;">conversación</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> de la que no entiende palabra. </span></span></span><br />
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"><br /></span></span></span>
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;">Él </span><span style="line-height: 21px;">cambia</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> por momentos. Gallego cerrado, pitillo en mano y charlas insustanciales. Luego la mira a ella y suaviza la lengua, intentando hacerla entender, mientras suaviza </span><span style="line-height: 21px;">también</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> la mirada y le </span><span style="line-height: 21px;">sonríe</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> con cara de tonto enamorado. La escucho decir a ella, a media voz y con la sonrisa de lado, que le propone un trato: "yo te enseño inglés y tu me enseñas... "galego"". Pone toda su alma en pronunciar la palabra con un aire </span><span style="line-height: 21px;">folclórico.</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> El le dice que va a ser difícil, pero pone cara de intentarlo. Luego la </span><span style="line-height: 21px;">conversación</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> vuelve a envolverlo y ella se mantiene distante, pestañeando suavemente y </span><span style="line-height: 21px;">girándose</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> hacia la </span><span style="line-height: 21px;">ventana.</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> Me deja ver un perfil perfecto, labios sensuales, nariz respingona, ojos brillantes. Casi el rostro de una diosa. </span></span></span><br />
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"><br /></span></span></span>
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;">Lo miro a él ,de rostro aniñado y andar desgarbado,y me pregunto qué le </span><span style="line-height: 21px;">habrá</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> visto. Luego él se gira y le vuelve a </span><span style="line-height: 21px;">sonreír</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"> con esos ojos de </span><span style="line-height: 21px;">adoración</span><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;">. Ya lo entiendo todo.</span></span></span><br />
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"><br /></span></span></span>
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"><br /></span></span></span>
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;"><br /></span></span></span>
<span style="background-color: white;"><span style="color: #444444; font-family: Calibri, sans-serif;"><span style="font-size: 15px; line-height: 21px;">*A Esther, la joven del perfil de diosa, y a Rubén, que cuando leyó este texto sonrió de tal forma que me hizo volver a creer en mí, volver a escribir.</span></span></span>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-62953845230721267472013-06-22T13:37:00.003-07:002013-06-22T13:41:40.254-07:00Ser almohada en el Rusian Hotel no es tarea fácilSe preguntó cuántos ronquidos más tendría que oír y se dijo a sí misma, resignada, que muchos, muchos más.<br />
<br />
Ser almohada en el Rusian Hotel no era un trabajo nada agradable. En los últimos meses había soportado a señores que se bababan, putas que fingían, mujeres llenas de maquillaje e incluso algún piojoso. Y luego estaba él, "el hombre de la corbata amarilla" o "Johnny", como ella había decidido bautizarlo en honor a alguna película de serie B norteamericana. Llevaba dos semanas durmiendo allí todos los días. Tenía una rutina extraña, roncaba mucho y solía salir a media noche. Vestía bien, era elegante, y llevaba siempre aquellos cigarros tan largos, extranjeros, que a ella le gustaban más bien poco.<br />
<br />
Aquel día algo pasaba en el Rusian Hotel. La calle estaba llena de transeúntes preguntándose qué sucedía, mientras la policía ponía vallas amarillas y alejaba a los curiosos. Hacía diez minutos, alguien había oído gritar a Gladis, la empleada cubana, mientras hacía su turno de limpieza. Ahora, ella y tres agentes miraban hacia el cuerpo del capo John Ricco con gesto desencajado.<br />
<br />
La almohada aflojó la presión. Bien. Así no roncaría más.Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-56003433854175922062013-01-29T04:21:00.000-08:002013-01-29T04:21:01.328-08:00Aquella Guerra Civil, con mayúsculas<br />
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-indent: -35.4pt;">
Vilar de Rei era, y sigue
siendo, un pueblo como tantos otros que pueblan las tierras de Galicia. Perdido
entre los valles lucenses, casi abandonado, en algún momento fue realmente
bello. Las casas de piedra tienen hoy un cierto olor a olvido, olor a musgo, a
recuerdos, los caminos están cubiertos de silencios, y allí donde un día hubo
palabras ahora se escuchan sólo los cantos de los ruiseñores. En los senderos
de tierra ya no se ven las marcas de los carros, aquellos que “cantaban”
tirados por los bueyes, y en las noches frías nadie habrá que encienda una
lumbre para calentarse y contar leyendas. Pero en algún momento, en algún
momento Vilar de Rei tuvo su propia historia. </div>
<div class="MsoNormal" style="margin-left: 35.4pt; text-indent: -35.4pt;">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Durante
los años de la guerra, aquella Guerra Civil, con mayúsculas, que hizo pasar
hambre y miedo a tantas personas, Vilar de Rei fue un bastión de la
“resistencia”. Entre todos aquellos hombres de pueblo que acudían a misa
siempre que les era posible, había una familia que se negaba a aceptar la
situación. La familia de La Morena.
Allí, en medio de la noche y a escondidas, acudían muchos de aquellos “rojos”
escapados, buscando una taza de caldo caliente, un abrigo y algo de apoyo.
Incluso “El Piloto”, el más famoso de los maquis escondidos en los montes
gallegos, acudía a aquella casa de cuando en cuando. Supongo que entre aquellas
vigas de madera, ahora ya carcomidas por el paso del tiempo, se contaron
cientos de historias. Pero acabó la guerra, El Piloto fue atrapado y de aquella
época no quedó más recuerdo que el de unas cuantas provisiones en la buhardilla
de la casa. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
José
era nada más que un niño cuando la guerra terminó, no sabía nada de todo
aquello, y en su ignorancia vivía feliz. Siempre había sido un niño risueño,
pasaba los días acompañando a las vacas a los prados, jugando por los caminos o
haciendo algún que otro recado para ganarse un trocito de chocolate. Un día Morena,
que de sus sueños revolucionarios se había ido olvidando obligada por la
realidad, lo llamó a su casa. Con el paso de los años y por culpa del frío del
invierno le costaba algo más que hacía algún tiempo subir a la buhardilla.
Necesitaba unas mantas que tenía allí guardadas y le pidió ayuda al niño. Allí
arriba José descubrió un mundo fascinante para cualquier crío. Quien haya sido
niño sabrá lo fantástico que es descubrir un cuarto viejo lleno de trastos por
explorar. En una esquina, cubiertos por una sábana, quedaban los últimos
recuerdos de aquellos revolucionarios de hacía unos años. Ropas viejas, algún
cartucho, un par de latas. A José le llamaron la atención aquellas latas,
parecidas a las de la comida, algo más grandes y aplastadas. Movido por la
curiosidad intentó quitarle la tapa a una de ellas. De repente, un estallido.
En el piso de abajo Morena se acordó de las viejas granadas de los escapados y
olvidándose de su dolor de piernas corrió escaleras arriba. Algunas cajas
destrozadas, astillas, humo… y allí estaba José. José, el pobre José, que
lloraba con sus ojos ciegos e intentaba ocultar los muñones de sus manos. Él,
que no había vivido la guerra, pagaba ahora sus consecuencias.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Aún
hoy, años después, cuando me cruzo con él por la aldea, lo saludo y me sonríe
sin saber a donde mirar, me acuerdo de la historia que tantas veces me han
contado. Nunca me han gustado las guerras, son injustas y en ellas sufren miles
de inocentes, pero la primera vez que escuché la historia de José, mi vecino
ciego, las odié más que nunca.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
A él le habían arrebatado la infancia, igual
que a tantos otros les arrebatan los sueños.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
*Los nombres son falsos, pero la historia, real. Homenaje a “José”
y a ella, que hace poco nos dejó.</div>
Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-9214961230941356032012-07-06T09:43:00.000-07:002012-07-06T09:43:18.055-07:00El Rojo<br />
<div class="MsoNormal">
Fue el dia en el que el Rojo, sin venir a cuento, se dejó la
pistola en casa. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
¿Te acuerdas? No habíamos fumado menos que cualquier sábado,
pero estábamos a jueves, y en la calle no había un alma. Sólo estábamos
nosotros tres. Tú apenas eras un niño, y empezabas a bajar con nosotros a
vender la mercancía para aprender el negocio familiar. Yo llevaba ya algunos
años y creía que las tenía todas conmigo. Y el Rojo… bueno, él era un
personaje. Con aquel pelo mal cortado y la manía de hablar con la boca
semitorcida. Y aún así se las llevaba a todas de calle el muy cabrón… Me
acuerdo sobre todo de aquella morenita, Lucía, la de los ojos negros. Todos los
días estaba esperándolo junto a la tienda de Manoli, fingiendo que iba a
comprar. Pero lo que quería era verlo. Lo miraba con ojos tímidos cuando él
pasaba al lado. Y el Rojo, con toda su chulería, le guiñaba un ojo de aquellos
verdes suyos y le susurraba un “hola,
cariño”, y ella casi se lo creía. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Alguna vez el Rojo llegaba muy, muy tarde, para vender, y yo
siempre le preguntaba dónde había pasado el tiempo. En las piernas de Lucía, me
decía, aunque yo sabía que no era verdad, que ella era demasiado tímida.
Probablemente había estado en las piernas de cualquier otra de las morenas de
aquel barrio de mala muerte. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Lucía… cómo lloró aquel jueves, cuando aquel yonki nos robó
la coca y dejó al Rojo tirado en el suelo, desangrándose.</div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Si el muy cabrón no
se hubiese olvidado la pistola…</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-13766978932487516282012-06-28T08:22:00.002-07:002012-06-28T08:23:27.145-07:00El puerto<br />
<div class="MsoNormal">
Me llevó allí la primera vez una tarde de verano. Acababa de
tomarse un café y su piel olía, como siempre, a aquella mezcla de azúcar y
tabaco. También olía a sol. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Bajamos del coche y me llevó sin palabras hacia el puerto.
Le llaman puerto, pero realmente no es más que una cala con un remanso de agua
tranquila y piedras blancas. Las cuerdas se arrastraban por la arena desde las
rocas del fondo, siguiendo de vez en cuando el movimiento de las barcas. Había
nada más seis o siete, de diferentes colores: rojas, azules, verdes, blancas… y
realmente eran dignas de una foto. El cielo azul claro, el mar con el sol
brillando de fondo, las piedras blancas y las barcas de colores. Yo quiero
vivir aquí, pensé. Pasarme las horas sentada al sol, viendo nada más las barcas
mecerse y escuchando el sonido de las olas. Quiero tener una casa pequeñita y
de color claro y que, en verano al abrir los ojos, el mar me reciba desde el
otro lado de la ventana. Pensé en futuro. Y también pensé en el pasado. En mi
pasado y en el suyo. En todo lo que significaba aquel puerto. En ese silencio
absoluto. Y en medio del silencio eché de menos cientos de cosas, de instantes,
y también a muchas personas. Mis pensamientos se deslizaban de uno a otro,
meciéndose suavemente como lo hacían las barcas. Y un segundo sentía una
felicidad absoluta y al siguiente la tristeza más honda. Y permanecí callada
durante minutos y minutos, yo, que no me callo ni debajo del agua y que disparo
palabras cada segundo. A él le extrañó, me dijo que no estaba acostumbrado a
ese silencio, y me preguntó el por qué. <i>No
lo sé, esto es precioso.</i> No le mentí. No hubiera sido capaz de decirle todo
aquello en lo que pensaba. Se acercó a mí y me rodeó con un brazo, mientras me
besaba suavecito el hombro desnudo. Y al pasado, y al futuro, se le unió de
repente aquel presente tan perfecto. Aquel momento en el que por unos minutos,
lo tenía todo. Sonreí y me apoyé en él, dejando que el silencio siguiera su
curso. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
<i>Supongo que fue la
inmensidad del mar.</i> </div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i><br /></i></div>
<div class="MsoNormal">
<i>*Reflexiones de un instante, de ESE instante, en el blog </i><a href="http://confesionesdeuncangrejoemocional.blogspot.com.es/" style="background-color: white;">http://confesionesdeuncangrejoemocional.blogspot.com.es</a></div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-85707464231678652042012-05-14T07:31:00.002-07:002012-05-14T07:31:33.782-07:00Con el paso de los años<br />
<div class="MsoNormal">
Él la conoció cuando tenía apenas 20 años. Pasaron un par de
veranos juntos, se enamoraron, se casaron, tuvieron hijos, envejecieron, se
jubilaron. Aderezado con unas cuantas discusiones, problemas para pagar la
casa, un hijo rebelde y amigos del club de la tercera edad que le dan de comer
a las palomas en el parque. Fueron felices. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Entonces su cuerpo empezó a
decirles que era hora de ir parando. Que ya habían robado demasiados minutos al
tiempo. Ella se rindió antes. Dejó que poco a poco su memoria la fuera
abandonando. De un día para otro empezó a ver cosas que no existían, olvidó los
nombres de sus nietos y su mirada perdió la dirección. Una mujer orgullosa,
bella y digna quedó reducida a un ser inerte en una silla de ruedas. Él,
mientras tanto, la cuidaba como el primer día. Pese a las peleas, las
discusiones, su carácter ácido y pese a su propio cuerpo, que empezaba también
a cansarse. Verlos reencontrarse, después de tres días separados por culpa de
un hospital, es una de las cosas más bellas que he visto. Ese cariño que se mantenía
ahí, pese a los años, o mejor dicho, gracias a ellos, cada vez más puro. Ver
cómo él le daba un beso, haciendo acopio de las pocas fuerzas que le quedaban.
Cuando ella finalmente se dejó ir, el mundo pareció mucho más gris. Él perdió
la facultad de ver lo blanco, lo negro, los colores y las luces. Donde antes
había vida ahora había solamente un vacío inmenso. Lo vi llorar y se me partió
el alma. Era un llanto de dolor, de rabia, de resignación. </div>
<div class="MsoNormal">
<br /></div>
<div class="MsoNormal">
Sin embargo, él
luchó por su vida. Fue a buscar el carácter y la fuerza que había tenido en un
pasado y de allí, de un rinconcito de su corazón, lo sacó todo. Hoy, mientras
pasea de un lado para otro, farfullando de vez en cuando con esa voz de viejo
gruñón que tanto me gusta, me pregunto qué piensa. Si la recuerda. Luego me
reprocho a mí misma. Claro que sí. Simplemente, con el paso de los años, uno
aprende a ver la vida de otra manera. Deja de lado los llantos para dejarle
sitio a un dolor mucho más puro, tan puro como el amor que antes sintió. Me
fijo en que él siempre se sienta ahora en el mismo sitio del sillón. El otro,
obviamente, sigue siendo de ella. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-23663397748669179462012-03-27T00:28:00.000-07:002012-03-27T00:28:05.864-07:00Pájaro sin alas<div class="MsoNormal">Pepe tenía apenas 7 meses cuando su madre decidió dar a luz. Nació pequeñito, débil, con los ojos entrecerrados y un grito en la garganta. Ella, que no llegaba a los veinte, se las arregló como pudo para cuidarlo. Lo escondió entre mantas y mantas, y pasó encamada un mes, dándole todo el calor que su cuerpecillo diminuto necesitaba. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Pepe era el menor de una familia de muchos hermanos, como todas las que había aquí en Galicia en los años treinta, y fue siempre el niño mimado. El pedazo de queso más grande, la taza de caldo menos aguada. Además, era el segundo hombre en una familia llena de mujeres, y todas ellas lo cuidaron casi como madres. Pepe creció fuerte, robusto, de sonrisa fácil y con una ingenuidad que sólo da la vida con las esquinas acolchadas. Vivió siempre al cuidado de sus hermanas, y poco a poco y casi sin querer, los años fueron pasando por encima de sus pies. Emigró a Venezuela, trabajó, tuvo novias y amantes… pero nunca asentó la cabeza. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ahora, a sus setenta y muchos, a veces sus ojos tristes lo delatan. Sigue siendo un niño de sonrisa fácil, pero se puede ver que en su vida también ha habido baches. Quien dice baches, dice vacíos. El de un amor. El de la libertad. El de madurar. Y sobre todo, el vacío de no haber decidido nunca su propia vida. El vacío de haberse sentado en un taburete de madera, al lado de la lareira, a verla pasar por delante. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Cuando ayer me llamó desde el hospital, con la voz quebrada del miedo, me recordó a un gigante que nunca creció. A un pájaro sin alas. Y sin embargo, cuánto le hubiera gustado volar… </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-76343570967853805012012-03-16T11:18:00.000-07:002012-03-16T11:18:11.249-07:00Diego<div class="MsoNormal">Diego se sienta entre los estantes de la biblioteca y, al cruzar las piernas, eleva el pantalón de pana oscura. Chanclas de cuero y calcetines Nike presumiendo de logotipo. Un guiri que dirá la gente. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Lo veo devorando los libros desde detrás de sus gafas de pasta y me pregunto que qué les importa. Que lo dejen en paz. Porque Diego se escabulle entre los libros y a él sí que le da igual, porque el mundo desaparece. O más bien, aparece, un o nuevo en cada libro. Diego se esconde entre letras que le permiten soñar. Que le dan la oportunidad de ser un héroe, un villano o una princesa. La oportunidad que la vida no le dio. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Porque Diego, con gafas de pasta, pantalón de pana y chanclas de cuero en pleno invierno, vive con cuarenta años en casa de mamá.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y a veces se pregunta por qué el mundo no se deja querer como lo hacen los libros. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-46323913449033322222012-02-27T05:44:00.000-08:002012-02-27T05:44:07.619-08:00Country sobre la alfombra<div class="MsoNormal">Dejó la habitación a solas y huyó al pasillo. Se dejó caer, como lo hacía siempre, encima de la alfombra, y se limitó a respirar hondo. El mundo no existía ahí fuera. Al menos, él no quería que existiese. </div><div class="MsoNormal">La puerta seguía entrecerrada, y casi podía oler los restos de la noche. El alcohol que aún le embotaba la cabeza, el sudor. Oyó aquella respiración de nuevo y la cabeza le dio vueltas. ¿Qué había hecho? Lo último que recordaba era la discusión con Ana, cuando ella le había echado en cara que era un inútil. Que no servía para nada. Que hacía mucho que ya no lo quería. Y aquella impotencia… Sabía que había bajado al bar, y de ese a otro… y a partir de ahí los recuerdos se nublaban. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"><i><span lang="EN-US">As she´s walking away…</span></i><span lang="EN-US"> </span>Zac Brown Band sonaba en el radiocassette que había en la habitación, amortizando la respiración de aquella desconocida que aún dormitaba sobre su cama. Era morena, de gesto cansado, estaba completamente desnuda sobre su cama, y lo más importante, estaba seguro de que no la había visto nunca antes. Intentó recordar todos sus rasgos sin volver a asomarse a la habitación, por si había algo conocido en ella, algo que se le hubiera pasado. Pero no había nada. </div><div class="MsoNormal">La canción acabó de golpe y se oyó un gruñido. Salió desnuda al pasillo y lo miró sorprendida. Estaba todavía desnudo, tirado sobre la alfombra. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">-¿Una mala noche?- Le sonrió desde detrás de la melena despeinada.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Dímelo tú.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Se agachó delante de él y lo besó en los labios, con cariño. Luego fue hasta la cocina y abrió el cajón de los cereales, como si lo hubiera hecho cientos de veces. Tarareaba la canción country que había sonado en la radio y se movía de un lado a otro de la cocina, preparándose el desayuno. Él la miró de nuevo. ¿Qué estaba pasando?</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ella le preparó un zumo de naranja con unas galletas. Como siempre hacía.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">¿Cómo siempre hacía? ¿Qué coño estaba pasando?</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-75414504274008636442012-02-14T00:49:00.000-08:002012-02-14T00:49:42.219-08:00Un 14 de Febrero y la vieja loca de los gatos<div class="MsoNormal">Ella lo había querido durante años.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Le había inspirado las canciones más bellas y las historias más tristes. Durante todo aquel tiempo, se había dedicado a soñarlo sentada en su sofá, escribiendo y escribiendo. Y aquel 14 de Febrero, cuando se despertó, se dio cuenta triste de que su ático estaba lleno de hojas. Cientos de historias inacabadas, poesías aquí y allá. Casi no había un hueco que estuviera vacío de él. Estaba en la puerta de la nevera, junto a los post-its que decían “comprar leche”, y encima de la mesa, mezclado con todos aquellos regalos sin abrir. Se levantó y los acarició, uno por uno, recordando cada año que los había comprado y cómo nunca se había atrevido a mandárselos. Se miró en el espejo. “Yo seré la vieja loca de los gatos”, había dicho riéndose cuando de joven, le tenía miedo al compromiso, e iba viendo como sus amigos se hacían felices formando parejitas. Miró con tristeza a su reflejo. Allí estaba, más vieja, menos sonriente, hundida en sus propias cavilaciones. Le había dado tanto pánico enamorarse que había huido de cada oportunidad, y a cambio, se había dedicado a soñar despierta.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">En la calle sonaba una canción romántica, y cuando se asomó a la ventana pudo ver a un chico que, desde el coche, le ofrecía a una joven un ramo de flores. Qué cursi. Y qué envidia… </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Lo recordó. Su piel morena. Su forma de bailar. La sonrisa absurda y todas sus imperfecciones, tan perfectas. Lo nerviosa que la había hecho sentir cada vez que estaba cerca. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y también recordó que, el día en que todo se hizo perfecto, ella había huido. Se había escondido en sí misma, alejándose de él, pese a sus súplicas, a su cariño. Aquel amor le dolía, la asustaba, y ella, cobarde (siempre tan cobarde), se hizo un ovillo y desapareció. Luego, cuando él desistió, ella se dio cuenta de cuánto lo echaba de menos.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y pasaron los años. Y ella lo soñó casi tanto como respiraba, y él la echó de menos casi todavía más. Pero ella nunca volvió a aparecer, pese a todo lo que él la había buscado. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ella seguía allí, acurrucada entre las mantas, cuando oyó sonar el timbre. El corazón se le paró y pensó por un instante que todo había cambiado. Que ella no había sido una idiota, que había dejado de soñarlo para dejarlo entrar en su vida, que él había vuelto con una sonrisa. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Corrió hacia la puerta y abrió la mirilla. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Las notas de un piano sonaron a lo lejos, tocando una canción de Willie Colón…</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com1tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-70045971081948428732012-02-06T03:48:00.000-08:002012-02-06T03:48:09.705-08:00Y les dibujé un mundo, sólo con palabras (parte II)<div class="MsoNormal"> Desde el día en que perdí a Moraima y a Breogán con la tinta de un bolígrafo gastado, me pregunté cien veces qué había sido de ellos. Leí las Mil y Una Noches, por si Moraima, de tanto amar la historia, había acabado en ella, y un día de temporal en A Coruña, miré al mar desde la Torre de Hércules, buscando a Breogán entre las olas. Pero no quedaba de ellos ni una sola palabra. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Me di por vencida y viví años olvidándolos. Llegué a creer que nunca habían existido, que mis ojos sólo los habían visto en sueños. Y un día, el cielo llovió hasta casi deshacerse. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Me encerré en casa y cogí un folio en blanco. Y allí, esperándome como si nunca se hubiera ido, estaba Moraima. La vi más gastada, más triste, con sus rasgos tan dulces casi borrados. Quise escribir que sonreía, pero las palabras se negaban a salir. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Llueve tanto… Un día, él me dijo que aquí el cielo lloraba por amores que nunca se cumplieron…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Le pregunté por él y Moraima enmudeció. Se instaló en mi cajón y pasó meses negándose a hablar. Se hundió en sus recuerdos y llenó mis páginas de los ojos celtas de Breogán. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Un año después el cielo volvió a deshacerse, y Moraima salió del cajón para sentarse en la ventana. Mirando al mar, suspiró. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Yo le enseñé a seguir sus sueños, a convertir un segundo en Mil y Una noches. Y, ¿sabes? Un día me dijo que su sueño era llegar al mar. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Moraima se giró reprochándome su pérdida con los ojos. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- ¿Por qué nunca nos dijiste que estábamos hechos de papel? </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- - - </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Tiempo después, las olas de Riazor me bañaban la piel, y me acordé de Breogán y de sus sueños, de cómo algún día la tinta que lo dibujaba se diluyó entre el agua del mar…</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-33759100135630321632012-01-31T00:37:00.000-08:002012-01-31T00:37:07.613-08:00Tú<div class="MsoNormal">Miguel apagó la luz y ella pudo ver el mar. Las crestas blancas de las olas rompiendo en la arena y el infinito vacío que se extendía más allá. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">-¿Qué es aquella luz?- Se lo preguntó con la inocencia de una niña. Siempre le preguntaba todo porque sabía que él tenía todas las respuestas. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Es un faro, cariño. – Sonrió. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Los dos se acordaron de aquel momento, meses atrás, en el que ella le había preguntado si aquella luz en el cielo era un avión. Él se había reído, contestándole que era un satélite. Conversar acerca de las luces en el cielo les había ayudado a olvidarse por un momento de que aquello era una despedida. Y ahora, meses después, con él otra vez allí, ella volvía a las andadas.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Cuando estaban juntos siempre conversaban de todo. Y cuando digo todo, me refiero a todo. Hablaban de faros, de luces, de patatas fritas, de emigración, de guerras, de dudas, de nostalgias. Le daban la vuelta al mundo y luego volvían a la sencillez. Era como un juego. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Los dos se quedaron en silencio, escuchando una canción triste que sonaba bajito.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- ¿Nunca has sentido nostalgia y no has sabido de qué?- Ella nunca aguantaba demasiado el silencio, aunque con él solía hacer una excepción. Le gustaba estar los dos juntos, callados, simplemente disfrutando del momento y guardándolo para el recuerdo. Pero en aquel momento necesitaba hacerle aquella pregunta, compartir con él, el único capaz de entenderla, su gran duda. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Claro niña. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Asintieron. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">-Últimamente la tengo casi constantemente. Esa sensación de que falta algo. Y lo peor de todo, es no saber el qué, no poder soñar despierto para remediarlo. No saber qué es lo que tiene que llenar ese vacío. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Él la miró con cariño y suspiró. A veces era tan difícil explicarle el mundo…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y Alicia, a sus veinte años, disfrutó de la sensación de ser una niña. Podía serlo si era con él. Y también podía ser adulta. Irresponsable. Madura. Agria, dulce, habladora, inconsistente. Podía hablar de mil y una cosas o permanecer en silencio. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Porque con él, todos sus momentos eran recuerdos con banda sonora. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-39104472205373191792012-01-20T03:01:00.000-08:002012-01-20T03:01:09.251-08:00Color viejo<div class="MsoNormal">-Trae el melón con jamón!</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Lo grita una voz de mujer desde el fondo de las escaleras y yo sonrío. Empiezo a bajarlas y sé que ella estará en la cocina que hay en la parte de debajo de la casa, ultimando los preparativos para la comida familiar. Él estará jugando a las cartas con su cuñado y fingiendo enfadarse. El balancín en forma de sillón que hay en el jardín espera por mí, y no veo la hora de que llegue la hora de la merienda para meterme en la piscina…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Años después ella ya no está. El balancín está oxidado y ya nadie usa la piscina, porque el dolor de espalda y el vivir sólo le han quitado las ganas. La casa se siente vacía y fría. El pasillo está más oscuro y en la cocina se acumulan cientos de cosas poco útiles. El garaje es un almacén más que otra cosa, y las telarañas crecen aquí y allá. Yo, que ya no me acuerdo de aquellas tardes de infancia en las que todavía todo tenía color, digo convencida que esa casa siempre ha sido fría y triste y mi madre me responde con tristeza que no, que hubo un tiempo en que estaba viva. Me habla de tardes de ir a la playa y de cenas con vino y melón con jamón. La escucho mientras me cuenta cómo fueron pasando los años y de repente dice una frase que me inspira a escribir: Las casas, con los años, van llenándose de cosas que nunca hubiéramos tenido y de recuerdos de hace tiempo, y poco a poco sin que nos demos cuenta, van adquiriendo un color a viejo, a triste. Mi memoria fotográfica me trae escenas de una cocina de madera llena de comida y gente de aquí para allá, sonriendo y cotilleando, tarareando alguna canción pegadiza. Cuando abro los ojos me encuentro una pila de cacharros abandonados en la encimera, cosas por aquí y por allá, una mecedora y un juego de mesa todavía sin abrir. Las paredes y las cosas me ahogan y me doy cuenta de ese “color” viejo, de que en cada esquina hay algo que te demuestra que los años pasaron y que ellos, ahora sólo él, ya no son lo que eran. Y lo veo a él que dormita desde el banco de detrás de la mesa y me inspira una infinita ternura. Abro la nevera y, casi sin pensarlo, empiezo a cortar una rodaja de melón. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-70239074881898084072012-01-16T05:32:00.000-08:002012-01-16T05:32:08.976-08:00Lucía<div class="MsoNormal">Bum.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Bum.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Bum.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Los golpes en la puerta se oían distantes. Uno detrás de otro, con cinco segundos de diferencia entre cada golpe. Era una amenaza. El que estaba detrás de la puerta controlaba la situación, y golpeaba una y otra vez, con calma, sin prisa, como queriendo decir “No importa cuánto tarde, sabes que voy a entrar”. Ella esperaba sentada en una silla, mirando fijamente a la puerta. Ése era su mensaje: “Tranquilo, estoy esperando”. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Oyó risas al otro lado de la habitación. Primero se sobresaltó, pero luego se dio cuenta de que había dejado abierta la ventana que daba al patio de luces. Serían las chiquillas del cuarto. Torció la cara en una sonrisa. Ellas estaban allí, a menos de diez metros, ajenas a todo aquello. A las vidas que se acababan. Al negocio. A los destinos que cada uno se busca sin saberlo. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Bum.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">La madera de la puerta estaba empezando a ceder. Se resquebrajaba. Y a Lucía se le ocurrió, en un arrebato literario y metafórico, que era una alegoría de su vida. Tanto tiempo allí, firme, dura, siendo parte del camino, el lugar por el que todos pasaban y en el que ninguno permanecía, y ahora, poco a poco y sin que pudiera hacer nada, se resquebrajaba. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Bum.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Se acomodó en la silla y se peinó. Cogió el bolso y sacó el pintalabios. Si iba a morir, se dijo, quería hacerlo guapa. Volvió la vista hacia la puerta de atrás. Sería tan fácil huir… Pero ¿para qué? Si, al igual que la puerta, su lugar estaba allí y no tenía a donde ir…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Bum.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">La puerta, y Lucía, acabaron por ceder.</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com0tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-79830011107803026442012-01-08T23:57:00.000-08:002012-01-08T23:57:11.523-08:00Un poeta que nunca supo escribir<div class="MsoNormal">- El caso es que nunca tuve el valor de dejarme llevar. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Álex sonríe de forma triste y me clava los ojos verdes que tantas cosas han visto. Yo aparto la mirada, porque a veces veo mucho más de lo que quisiera en esos iris. Y él, en una pausa que se me hace eterna, enciende el cigarro y se lo lleva a la boca. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Ya ves niña, tantos años, tanto carácter y tan poco valor. La verdad es que ladro mucho más de lo que muerdo, y sé bastante menos de lo que cuento. Soy un poeta que nunca supo ni escribir. – Bocanada de humo- Y aún así, aquí me tienes, disfrutando de lo que llevo puesto. Vosotros los jóvenes ya no sabéis hacerlo…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Incluso habla en verso, aunque él no lo sepa. Tiene los ojos cansados y los párpados caídos. Arrugas en la comisura de la boca y alrededor de la mirada, no se sabe si de tanto reír o de tanto llorar. Como todos los jueves, está esperándome en el banco del parque, con un perro pequeñito, tan gruñón como él, tirado a sus pies. No nos conocemos. Ni siquiera sabe cómo me llamo. Un día me senté en el banco de enfrente y él simplemente dijo: Hola, soy Álex. Y sonrió. Recuerdo haberme extrañado porque tuviera un nombre tan joven, con la de años que reflejaban sus canas. Desde entonces me siento todos los jueves en el mismo banco, y sin responderle, escucho lo que me cuenta. Hoy me ha hablado del amor que nunca conoció. Y ahora, con el cigarro consumiéndose entre los dedos, mira hacia el horizonte, perdido. A veces pasa y ya no puedo recuperarlo. Simplemente se va, a algún sitio donde su memoria lo acoge y lo acuna, y se queda en silencio hasta que me marcho. Pero hoy vuelve, con un par de parpadeos nerviosos. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- ¿Alguna vez has conocido el amor, niña?</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Y casi contesto. Pero para qué mostrarle mi voz, si por ahora, sus monólogos son los únicos que realmente cuentan. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-84852964913375023352011-12-20T00:27:00.000-08:002011-12-20T00:27:36.883-08:00Y les dibujé un mundo, sólo con palabras<div class="MsoNormal"> Alguien me dijo un día que Moraima y Breogán eran los nombres perfectos para una historia. Yo no supe creerle. Hasta que un día Moraima se escapó sin pedir permiso de entre mis dedos y tomó consistencia sobre el papel. Y era morena, y preciosa. Y como rezaba su nombre, tenía los rasgos dulces y afilados, árabes. Un día me dijo que se sentía sola, y en un homenaje a mi amigo, el que dibuja nombres, creé a Breogán. Le dije al folio que tenía que ser rubio, de ojos azules, de piel gastada y con las manos curtidas. Era celta, sacado de un pasado orgulloso, y sabía cantar cuando, en las noches de luna, apretaba el frío. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Y así, una reina de Taifas y un guerrero celta, una mora y un gallego, el sur y el norte, se enamoraron. Y ella le enseñó el secreto de las Mil y una noches, y él le contó que en su tierra rara vez dejaba de llover. Qué triste, dijo ella, imaginando un país sin luz. Es el cielo, que llora amores que nunca se cumplieron. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Y pasaron los días y les dibujé con palabras todo un mundo para ellos dos, y por las noches, cuando me invadía esa nostalgia que a veces ataca sin preguntar, me sentaba a ver cómo sus vidas fluían. Hablaban y hablaban, contándose todo lo que sabían sobre el mundo, absorbiendo las palabras y las historias, bebiendo con ojos ávidos cada respiración y cada gesto. Sólo cuando se les acababan las palabras se besaban, largo y tendido, olvidándose de mí. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Un día se me acabó la tinta del bolígrafo mientras Moraima susurraba su primer te quiero. Me desesperé, rasgando papeles con tintas ya gastadas hasta que encontré un lápiz para volver a escribir. Pero ellos ya no estaban. Busqué y busqué, pero Moraima y Breogán, el Sur y el Norte, habían desaparecido tan rápido como, un día, invadieron mi vida. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com4tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-15251770706280622522011-12-12T00:09:00.000-08:002011-12-12T02:47:56.281-08:00Si me sacas a bailar...<div class="MsoNormal"> El 12 de Junio de 1928, durante las fiestas de San Antonio, Pedro de Paulo sacó a bailar a Carmina, la hija de la costurera. Ella apenas tenía 16 años y él ya había cumplido los 21. Eran los dos jóvenes apuestos pero tímidos, que nunca habían ido a la escuela, y que eran tan ignorantes como puros y dulces. Él, el menor de cinco hermanos, estaba aprendiendo el oficio de zapatero. Ella llevaba enhebrando agujas desde que tenía uso de razón. Aquel día Carmina esperaba sentada en el banco, al lado de su madre, a que algún muchacho la sacara a bailar, y de paso, la librara del aburrimiento. Cuando él se acercó escondiéndose bajo la gorra y le pidió en un susurro que “bailara una pieza”, ella se levantó rápida y dirigió una mirada cómplice a su hermana mayor, mientras rehuía la mirada de su madre. Su canción fue un pasodoble de aquellos lentos que se bailaban “pegados” y los dos disfrutaron los minutos que les estaban robando al mundo. Era la primera vez que Carmina tenía tan cerca la piel de otro joven, y el olor a hierba seca y jabón casero la inundó de a poco mientras bailaba casi ingrávida, flotando sobre el suelo. Algún mechón de pelo se asomaba por debajo del paño y rozaba las manos de Pedro. Sólo la madre de la joven alcanzó a ver, con la vista aguzada, cómo él apretaba un poco más de lo normal a la muchacha contra su cuerpo, para sentir más veces el roce de aquellos mechones huidizos. Compartieron unas cuantas palabras, sobre las cosechas, el buen tiempo, la siguiente romería… Cuando acabó el baile ambos se miraron, sonrojados. Ella sonreía y él se atrevía a mirarla casi a hurtadillas, compartiendo unos segundos de un amor que ni ellos mismos entendían. Se separaron y él le dijo un “hasta luego” suavecito. <br />
<br />
</div><div class="MsoNormal"> Se cruzaron varias veces en el pueblo, pero ninguno dijo nada. Ella era una muchacha decente, y en aquella época, las mujeres esperaban a que ellos las fueran a buscar. Él tenía miedo del rechazo o de una mala cara, y se contentaba con ver cómo ella pasaba todos los días por delante de la zapatería, llevando cestos de ropa para remendar, de aquí para allá. Lo que él no sabía era que muchos cestos iban vacíos y que Carmina sólo buscaba una excusa para verlo entre las maderas de la puerta vieja de aquella casa. <br />
<br />
</div><div class="MsoNormal"> Al año siguiente volvieron a bailar e intercambiaron esta vez más palabras, sobre el futuro, la pobreza, los sueños… pero ninguna sobre aquel cariño que sentían. Sobre aquel amor que sin haber nacido los desvelaba cada noche. <br />
<br />
</div><div class="MsoNormal"> Siguieron bailando durante años en cada fiesta, hasta que ella ya no tuvo edad para mover las piernas como antes lo hacía y él tuvo que emigrar a las Américas. Ella envejeció sola, rechazando a cualquier otro amor, buscando excusas delante de su madre. Es pobre, no tiene futuro, tiene la cara muy ancha, los brazos muy cortos, el corazón de piedra. Cuando murió su madre, heredó una pequeña casita y las labores de costurera, y se recluyó a una vida a oscuras, en la que su única vista era el ojo de la aguja. <br />
<br />
</div><div class="MsoNormal"> Un día llegó la noticia de que Pedro de Paulo, el menor de cinco hermanos, hijo del zapatero, acababa de morir allá en Caracas, donde había vivido los últimos años. Moría sólo, hermoso y tímido, y llamando entre delirios a una mujer con pies de gorrión y alma de costurera. Al día siguiente, ella dejó su dedal. </div><div class="MsoNormal"><br />
<br />
<br />
</div><div class="MsoNormal"> Cuarenta años después, otro lugar, otra época, una muchacha de piel pálida se preguntaba si no sería ella la que tenía que sacarlo a bailar. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-84481863121016013432011-11-30T05:45:00.000-08:002011-11-30T05:45:30.225-08:00El mundo se quedó en silencio<div class="MsoNormal"> El mundo se quedó en silencio y ella, que se creía invencible, se sintió desfallecer. Cayó derrumbada sobre la nieve y sintió todas las miradas que se clavaban en su piel. Oyó susurros y el roce de las telas al moverse, pero nadie se acercó a ayudarla. Pudo ver a través de sus párpados entrecerrados la muchedumbre que se alejaba poco a poco. Le tenían miedo. Y asco. Y entre todos los allí presentes sólo alcanzó a ver un atisbo de lástima en la mirada del más joven. Él le clavaba los ojos bebiéndose todo su sufrimiento, observando cada mínimo detalle, y al igual que era capaz de percibir toda su perdición, también percibió el dolor. Ese dolor tan profundo que la había invadido cuando, de repente, la banda sonora de su vida se apagó. El muchacho se acercó y se arrodilló ante ella. Alargó la mano y acarició su piel pálida y fría, y dejó que sus dedos se enredaran en aquel cabello negro, casi azulado. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Te estás… apagando…</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">Ella esbozó una sonrisa. Lo sabía. Sentía cómo la vida se le escapaba entre los dedos y se fundía con la nieve. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">- Ellos… no les gustas. Les das miedo. Tu piel tan clara, casi transparente. Y esa forma que tienes de mirarnos. </div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal"> Ella sacó las fuerzas de donde no las había y le clavó los ojos avioletados. Él retrocedió. ¿<i>Ésta forma de mirar?</i> El muchacho afirmó, acobardado. Entonces ella suavizó la mirada y volvió a sonreírle. <i>Quizá sois vosotros los que no sabéis mirar…</i> Lo dijo casi en un susurro. Las palabras ya no querían salir de su boca, y el vacío se hacía más grande. Ese vacío que la había invadido justo antes de desplomarse. La sensación de que el mundo había muerto, de que algo dentro de ella se había apagado. Un vacío que la hacía sentirse inerte, y que le había quitado hasta el frío que siempre la envolvía. Era como… como si de repente, que ella existiese sobre la faz de la tierra hubiese perdido todo el sentido.</div><div class="MsoNormal"><br />
</div><div class="MsoNormal">A miles de kilómetros, un piano había dejado de sonar. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-53044874226071331212011-11-25T11:58:00.000-08:002011-11-25T11:58:31.189-08:00Una tarde con Shion<span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px;">- Lo que más me fascina de ti es esa capacidad que tienes de “enamorarte”, de sentirte fascinado por alguien, tanto en el ámbito físico como en el intelectual, de ensalzar a una persona a una categoría de “semi-dios”. Da la sensación de que es una lucha personal por encontrar un amor que finalmente tú mismo rechazas. Las ansias de condensar en un momento de locura el dolor de algo más duradero.</span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Exacto, esas personas especiales. Los unicornios. </span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Perlas, se les llama perlas. Esas personas especiales que sólo surgen alguna vez en la vida y que nos dejan un recuerdo infinito. </span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Mi sueño es encontrar a una hecha para mí y ser feliz hasta el delirio. </span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Mis recuerdos con banda sonora…</span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Puesto que una vida sin amor, ya sabes…</span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Pero tu problema es que tú mismo escapas! Buscas y buscas, y cuando encuentras algo, te da miedo que no sea perfecto, que no sea lo que buscas, empiezas a encontrar defectos, debilidades… Minas tu propia felicidad. Y que lo haga yo, que soy un desastre interior… lo entiendo, ¿Pero tú? Deberías ir parando.</span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Lo paso en grande así. Y mientras no encuentro mi media naranja… voy comiendo mandarinas. Y sí, puede que ella me pareciera tan perfecta que dijera… vete. No toques ese cristal perfecto, quizá rompa.</span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- Tienes miedo. Un miedo atroz. </span><br style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;" /><span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">- No siempre. Tengo corazón después de todo. Miedo, ninguno. Puedo tener miedo a equivocarme, a ser rechazado. Pero ¿a querer? Nunca.</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;"><br />
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;"><br />
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;"><br />
</span><br />
<span class="Apple-style-span" style="background-color: white; color: #333333; font-family: Arial, Helvetica, sans-serif; font-size: 12px; line-height: 18px; text-align: left;">*Este texto salió de una de esas maravillosas conversaciones con mi "espejo roto", el señorito Shion. ¿Cuándo aprenderemos a callarnos? Aunque, si de esas charlas infinitas sale esto, eso significa que merecen la pena. </span>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com3tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-63275725685860270452011-11-21T06:53:00.001-08:002011-11-21T06:55:30.597-08:00Que soy fría...<div class="MsoNormal">Que soy fría. Que oculto mis sentimientos bajo historias de ficción. Que le tengo tanto miedo a enamorarme como a que se enamoren de mí, y que cuando tengo la felicidad delante le cierro la puerta, no vaya a ser que entre. También dicen que tengo cara de niña y carácter de mujer. Y sobre todo, que no me callo ni debajo del agua. Que ahogo los silencios con palabras porque me aterrorizan. Y alguna vez también he oído que soy frágil y sincera, o que miento y soy más dura de lo que parezco. Lo irónico es que nada es mentira, pero tampoco puedo decir que sean verdades. Le tengo un miedo, un miedo atroz, a enamorarme, pero lo hago constantemente, de cada palabra y de cada gesto, de cada sonrisa que merece la pena. Huyo de la posible felicidad, pero sólo porque si entra por mi puerta sé que algún día tendrá que marcharse, y prefiero dejarla fuera hasta que tenga un método infalible para no dejarla ir. Tengo cara de niña y carácter de mujer, pero a veces mis ojos se disfrazan de mujer y mi alma prefiere seguir siendo inocente. Soy dura, y soy frágil, me rompo muchas veces pero sé recomponerme, el problema es que alguna vez el pegamento no es tan fuerte como debería. Y hablo, hablo y hablo. No es porque pretenda apagar el silencio. Me gusta la ausencia de palabras cuando están presentes otras cosas, como esas sonrisas tontas que a veces me surgen de los labios sin poder atraparlas. Lo que me da miedo son los silencios sin sentido, y además, tengo cientos de palabras dispuestas a escaparse de mi boca cada dos por tres, porque ya no tienen espacio en mis pensamientos, de tantos que hay. Y, por favor, ¿fría? ¿Fría yo que me derrito con una caricia y me callo con un beso? ¿Fría? Si en cada sonrisa sé inventarme un sueño… Lo que pasa es que, de tanto hacer teatro, una aprende a disimular…<br />
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</div><div class="MsoNormal"><i>Y al final del día, echarte de menos.</i></div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com5tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-57984056288507459662011-11-17T05:59:00.000-08:002011-12-09T06:20:00.630-08:00Peter PanSe negaba a escribir sobre nada que no fuera el amor. Llenaba hojas y hojas de descripciones de los ojos más bellos del mundo, las fragancias más embriagadoras y las pieles más sensuales. De leerlo, casi aprendí de memoria la forma de latir de su corazón. Cuántas veces discutimos sus motivos... Él me echaba en cara que era joven, que ya maduraría, y yo le reprochaba que quisiera ser Peter Pan. Mantenerse en esa juventud eterna, ajeno a la realidad. Se reía y me hablaba con el cariño propio de un amigo, de un hermano y de un amante. Yo sabía que era orgulloso y además, aunque él no lo supiera, leía las palabras ocultas entre sus frases. Me dolía encontrar entre palabras tan cálidas aquella soledad tan fría. Por eso cada vez que los demás se maravillaban con sus versos en prosa, yo me moría un poco de pena. Y se lo decía. En cada historia que escribes, le dije una vez, buscas la felicidad infinita. La perfección. Lo bucólico e irreal. Y en la vida haces lo mismo. Buscas un amor tan perfecto que no existe. Te contentas con autoconvencerte, en cada beso de mujer, de que ése será el definitivo. Y lo idealizas, y te ciegas, y luego tú mismo, ante esa cárcel de perfección que has creado, decides huir. Tienes tanto miedo, tanto miedo a ser feliz, que creas y destruyes una nueva vida en cada amor. Tú pones la primera palabra de cada verso porque así tienes en tus manos el punto y final.<br />
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Y sé que se rió, pensando en lo inocente que yo era...Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com6tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-12906345643584443412011-11-16T06:52:00.000-08:002011-11-16T06:52:35.063-08:00Mayo del 43<div class="MsoNormal"> Yo tenía 4 años cuando Israel se fue para no volver aquel Mayo del 43. Se despidió primero de mi osito de peluche, y casi pude ver como el Señor Glotón le guiñaba aquel ojo de trapo oscuro. Ahora, volviendo la vista atrás, me pregunto si fue verdad aquello que vi. Y debió serlo, porque sonriendo, Israel le devolvió el guiño y le rascó la panza. Luego se acuclilló y me cogió entre sus brazos. Yo lloraba. Todavía no sabía por qué. Dejé que el calor de su abrazo me envolviera y disfruté del tacto áspero de sus manos obreras cuando sus dedos corrieron a despeinarme. No te preocupes, sólo me voy de vacaciones, y prometo traerte un regalo cuando vuelva. <i>¿Tardarás mucho?</i> Israel me besó en la frente y se giró, para que yo no viera que también él lloraba. </div><div class="MsoNormal"> Cuando cumplí los 20 todavía recordaba sus manos. La piel agrietada por el sol y los dedos gastados. Ellas habían sido el amor de mi infancia. Era curioso cómo recordaba cada centímetro de las manos de aquel cantero que luego se haría soldado y, sin embargo, no podía recordar su voz. Desde que se marchó las cartas no llegaron, y con el tiempo todos aceptamos que él también había perdido, en una guerra que no era la suya. Fui creciendo, y un buen día, decidí estudiar para ser enfermera. De pequeña siempre le había curado a él las heridas. Hacía brebajes mágicos de barro cuando se cortaba y de vez en cuando lo acunaba entre mis brazos diminutos. Entre recuerdos y trabajos acabé los estudios y empecé las prácticas en un hospital psiquiátrico. Aquí, me decía mi tutora, viven los que ya no tienen alma ni sueños. Y me susurraba pidiendo silencio, cuando los sin-sueños alargaban sus manos desde detrás de las puertas, como pidiendo una salida. Y entonces vi aquellas manos, resignadas sobre la reja, tarareando con los dedos alguna vieja canción, y más allá unos ojos que habían perdido toda su luz…</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-82714222699407890542011-11-10T12:03:00.001-08:002011-11-10T12:03:23.747-08:00Los dedos cansados<div class="MsoNormal">Ya se hace de noche a las 7<i>… ¿Qué adelantas sabiendo mi nombre? Cada noche tengo uno distinto… </i>Sabina le canta con la voz marchita y la invita a champán. Y ella, cansada, se deja llevar… <i>Peor para el sol…</i> Sí, peor para él que se esconde antes de tiempo. Cierra los ojos y recuerda cómo él le besó hasta la sombra mientras ella hacía un desfile de moda en ropa interior. Debería haberle hecho caso al cantante cuando dijo que, aunque no hay nada prohibido, <i>no vayas a enamorarte.</i> Hay caprichos que una dama no debe tener. Siente frío en las manos y observa las uñas pintadas de furcia barata que dibujan palabras sobre una mesa vacía. Se mira con tristeza los dedos cansados que algún día dibujaron sobre su piel y que ahora se conforman con buscarse debajo de las sábanas. Cuando suenan las últimas notas de aquella canción se le va la fuerza y sólo la recupera cuando una nueva empieza a sonar. Y se dice con cada acorde de guitarra que quizá es hora de dejar los whiskys por la mañana y volver al café. Quizá es hora, cariño, de regresar al tiempo en el que aún no había empezado a ceder. Pero era tan difícil dejar las medias negras y volver a las faldas largas… Tan difícil como que al día siguiente el sol se pusiera a las diez…</div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com2tag:blogger.com,1999:blog-6732340879068500604.post-4538213554092432362011-11-09T00:25:00.001-08:002011-11-09T00:25:07.903-08:00Soledad<div class="MsoNormal">Soledad camina entre la gente sin mirar a los lados. Con la vista fija en las baldosas de la acera y los hombros ligeramente caídos, aunque no tiene ningún peso que llevar sobre ellos. No tiene maleta, ni nada que se le parezca, y tampoco tiene un rumbo. Se dedica a vagar de un lado para otro, viendo cómo la miran, a veces con tristeza, a veces con desprecio, a veces condescendientes. Ella ya hace mucho tiempo que ha dejado de devolverles las miradas. ¿Para qué? Sólo mira al suelo, sonríe en una mueca y sigue su paso lento, desconsolado. A su espalda, invisible, un saco de ilusiones muertas. </div>Salamandrahttp://www.blogger.com/profile/05691866666609603290noreply@blogger.com2